MI VISITA AL HOSPITAL MONTEFIORE EN EL BRONX
PARA COMBATIR MIS SÍNTOMAS DE COVID 19 FUE INACEPTABLE Y CONTRA TODOS LOS
ESFUERZOS QUE EL HONORABLE GOBERNADOR DE NUEVA YORK ANDREW M. CUOMO Y SUS
COLABORADORES HAN HECHO PARA AYUDARNOS A COMBATIR ESTE VIRUS MORTAL.
El 21 de
diciembre de 2020, llamé a la Línea de Ayuda del Estado de Nueva York para
Covid 19. La fiebre de 103 y la tos persistente me impedían hablar. La atención
que recibí fue excelente e inmediata. El doctor sugirió que yo debería ir a un hospital. El 23 de diciembre de 2020, mis
condiciones médicas empeoraron, 8 días luchando por mí misma contra el virus,
me quedé sin Tylenol y no tuve más remedio que ir al Hospital Montefiore
en el Bronx. Tomé los servicios de Uber y llegué al hospital alrededor de las
10:30 a.m. Una enfermera tomó mi temperatura y luego quedé sola. La máscara no
me dejaba respirar y sentía ahogarme con la tos. La gente que pasaba a mi lado
me ignoró. Le pedí ayuda al guardia de seguridad y me sugirió que fuera al
estacionamiento de ambulancias. El clima frío me permitió estar allí por poco
tiempo.
A las 12
p.m. finalmente me llevaron a una habitación y recibí dos Tylenols. Estuve
sentada en una silla incómoda y mis piernas empezaron a lastimarme. Dos horas
más tarde en vista de que nadie venía a revisarme salí de la habitación para
quejarme por el del largo tiempo de espera. La gente de la recepción parecía
sorprendida de haberme olvidado. Un hombre vino y me llevó para que me hicieran
una radiografía del tórax. Después de eso me dejaron en la zona naranja
asignada a pacientes de Covid-19. Conocí a una mujer que era confirmada para
Covid y se convirtió en una gran ayuda para mí y otros.
De repente,
una mujer de mi edad llegó a la zona naranja. Estaba aterrorizada de verme tan
enferma y sin atención médica. Dijo que vino al hospital por dolor de espalda y
asumieron que era positiva para Covid sin pruebas. Mi amiga le sugirió que
tomara el examen. La mujer huyó muy asustada. Una hora más tarde vino otra
mujer, y lo mismo sucedió, ella había sido enviada a la zona infectada sólo por
sospecha.
Con el paso
de las horas, mi salud empeoró. Mi buen amiga compañera de banda trajo una
silla portátil para que pudiera estirar mis piernas entumecidas debido a mi
problema de varices. Pidió a algunas enfermeras que me ayudaran, pero nadie
escuchó. Debido a la tos no podía
sostener mi orina y mis pantalones estaban empapados. Mas tarde una enfermera
me llamó desde el área verde Covid libre que estaba al otro lado del pasillo.
Estuve en shock temiendo propagar el virus entre los pacientes. Le
dije a la enfermera que estaba infectada pero ella se reía de mí. Me puso el medidor de oxígeno de la sangre en mi dedo
quitando el monitor de signos vitales de otra enfermera.
Esta
miserable mujer me dio una vuelta por la rotonda donde estaban los médicos. En
un momento por descuido se apagó el monitor portátil y alguien que pasaba por
su lado lo encendió. Ella me dio un tour por el área de pacientes sin virus y
algunos no tenían la mascarilla en su lugar. Me sentí como un perro arrastrado
por una correa en el dedo mientras la enfermera se burlaba de mí.
A punto de
cumplir 8 horas de estar pidiendo atención médica, me rendí. Empecé a gritar
desesperadamente por mi alta. Alguien joven me dijo que el doctor vendría
pronto porque la emergencia no estaba muy ocupada. No había razón para seguir
sufriendo e infectando pacientes que pasaban por el lado de la banda de Covid
para entrar a otros departamentos. Había una cortina de plástico, pero tenía un
gran espacio abierto. No sabía el resultado de mi radiografía y cuando me
dieron de alta alguien me dijo que estaba bien. Esta ha sido mi peor
experiencia en un hospital.
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